Cada paciente es único, así como cada proceso terapéutico. Este principio me llevó a perfeccionarme en diferentes áreas de formación psicológica, entre ellas destaco:
La psicología analítica o junguiana, la cual me entregó el marco comprensivo del ser humano. Este es un enfoque esencialmente humanista que considera al ser humano como trascendente y guiado por el principio de “individuación”, el cual se refiere al proceso en que la persona se convierte en un ser individual, en su singularidad más interna, última e incomparable, es decir, en su propio Sí-mismo.
Según el enfoque junguiano, en el proceso de individuación es fundamental que la persona se conecte con su propio inconsciente pero también con el inconsciente colectivo. Este último es importante ya que contiene a los arquetipos: disposiciones con las que nacen los seres humanos, que son transmitidas de generación en generación y que se van llenando de contenido a lo largo de la vida de cada individuo. Por lo tanto, los arquetipos son guías dentro del proceso de individuación ya que permiten a las personas conectarse con sus potencialidades. Por ejemplo, si una mujer no ha tenido una madre, puede acceder al arquetipo de la madre para despertar esa experiencia. Es decir, si por nuestras experiencias vitales no hemos podido desarrollar determinadas potencialidades, las podemos encontrar en nuestro inconsciente colectivo y así aportar en nuestro proceso de individuación, ayudándonos para ser seres humanos más plenos e íntegros.
Para conectarse con el propio inconsciente y con el inconsciente colectivo, la psicología analítica utiliza el análisis de sueños, ya que éstos son considerados como un “mensajero” entre el mundo inconsciente (individual y colectivo) y el consciente, permitiéndole a la persona comprender lo que le está pasando en su vida.
Al tomar la teoría junguiana como marco para comprender al ser humano, busco ofrecer en la terapia un espacio protector que permita a la persona internarse en su inconsciente para encontrar sus fuerzas sanadoras e integradoras que favorezcan su proceso de individuación, el cual es único para cada ser humano.