Considero que las penas y dolores del alma tarde o temprano nos afectarán a nosotros y a nuestro entorno, generándonos desequilibrios emocionales y físicos, por lo tanto poder realizar un proceso psicoterapéutico nos permite evitar, por un lado, las consecuencias de una vida desconectada de nosotros mismos, y por otro nos ayuda a mejorar nuestra calidad de vida y en muchas ocasiones a reencontrar un sentido de vida, que para cada uno será único y personal.

El espacio psicoterapéutico, al ser un lugar protegido y desprovisto de prejuicios, nos da la oportunidad de mirar en nuestro interior aquellos miedos que no hemos sido capaces de enfrentar, y de esta manera sobreponernos a ellos y con esto acercarnos a nuestra autorrealización, es decir, a transformarnos en seres más libres e integrados.