Artículos Carolina Narea Junio 12, 2017
Los rostros de la mujer sagrada: la sanadora
No olvidaría esa risa. Aunque para los demás pasó inadvertida, para ella no. Es que no lo hacía desde hacía mucho tiempo. La muerte de su marido había apagado su capacidad de reír. Pero esa risa despertó su esperanza de que podría volver a encantarse con la vida, y se decidió a pedir ayuda terapéutica. Así fue como la conocí.
Tiempo después, en el espacio de la terapia, comprendió que esa primera risa después de más de un año sumida en la tristeza y el duelo, fue la primera señal de que se estaba despertando su sanadora interior, aquella que le permitiría trascender su dolor.
Toda mujer lleva dentro de sí la energía de la sanadora. Aquella que nos permite superar las experiencias dolorosas; volver a conectar con un sentido de vida profundo; y recobrar la paz y la alegría de vivir.
Te invito a conocerla y así, cuando la necesites, puedas despertarla en ti.
¿Cómo es la sanadora?
Este arquetipo está íntimamente vinculado con la experiencia de la pérdida y la conexión con nuestros dolores más profundos. Al despertar su energía, la mujer logra atravesar ese desierto de penas, permitiéndose morir como la que fue, y renacer.
Su intensa conexión con las propias aflicciones, permite a la sanadora comprender las angustias y sufrimientos de los demás. Por ello, su mayor característica es la compasión, y es precisamente desde esta cualidad desde donde emana su capacidad de sanación: al ponerse en el lugar de las otras personas, acogerlas sin juicios y conmoverse con su dolor, va reparando su propio sufrimiento, al poder aceptar desde un lugar amoroso, la experiencia que lo causó.
La sanadora buscará trabajos que privilegien la reflexión y una actitud compasiva, puede que esté en lugares donde tenga que acoger a otros y ayudarlos en los estancamientos emocionales que les impiden continuar su camino de individuación.
Ella acogerá a sus amigas, animándolas a encontrar la sanación a sus heridas en sus propios corazones y a contactarse consigo mismas. Con su pareja, establecerá un vínculo amoroso y abierto, siendo capaz de escuchar atentamente y sin juicios lo que él pueda manifestar de sí mismo o de la relación.
En su familia, promoverá la compasión y el respeto por cada uno de los miembros que la componen, dejando fuera los juicios que impiden que los seres humanos se sientan en confianza y seguros. En cuanto a la relación con sus hijos, los ayudará a desarrollar la intuición, entendiéndola como la capacidad para escuchar su voz interior y percibir a los demás sin máscaras.
La mujer que se conecta con la energía de su sanadora interior, se vuelve a encantar de la vida, al darse cuenta de que ésta le sigue ofreciendo experiencias, independientemente de la edad, las enfermedades o las problemáticas que tenga; le devuelve la gratitud por la vida vivida y la capacidad de disfrutar de lo pequeño.
Este arquetipo le da a la mujer la fuerza para superar el dolor y el sentimiento de amargura causado por la sensación de lo que quedó en deuda, de lo que no ocurrió o no sucedió como se esperaba. En este sentido, también la libera de la ilusión de control (creer que podemos, si controlamos la situación, obtener exactamente lo que queremos)-, y le permite descubrir en su interior una renovada confianza en la vida.
¿Cómo despertar la energía de la sanadora?
Al surgir del sufrimiento y de la experiencia de la pérdida, desde el punto de vista del ciclo vital, se puede relacionar a este arquetipo con la etapa de la vejez, en la cual las mujeres experimentan diversas pérdidas (menopausia, viudez, etc..), que las lleva a tomar conciencia de que el tiempo se va acabando y de que es ahora cuando debe decidir cómo quiere vivir lo que le queda de vida. Sin embargo, toda mujer, a cualquier edad puede conectarse con su sanadora interior cada vez que la necesite.
Para ello, es necesario que soporte y sostenga el dolor, desafío que requiere un estado de conciencia mayor, ya que la primera reacción frente a la experiencia dolorosa suele ser de evasión, o de querer escapar de ella lo más rápido posible.
¿Qué aprendo de esta experiencia vivida? ¿Con qué me quedó? ¿Cuál es el sentido de ella en mi vida? ¿Con qué me conecta? Son preguntas importantes de hacernos al momento de vivir una experiencia dolorosa, reflexiones que nos ayudarán a trascender el dolor, al encontrarle un sentido que nos permite ubicarla en un momento determinado de nuestra vida, aprender de ella, agradecer ese aprendizaje y reencontrar la alegría y la paz.
Cuando se activa la energía de la sanadora, lo primero que la mujer percibirá es que es capaz de volver a reír espontáneamente, risa curativa que es alegría pura y que es el primer paso para reconectar con la esperanza, lograr atravesar el dolor y volver a vivir una vida más plena.
¿Cuál es el lado sombrío de la sanadora?
El peligro de este arquetipo es que posea a la mujer transformándola en una especie de gurú que flota sobre el mundo y que se ubica por sobre lo mundano, olvidando que ella aún está encarnada y que su espiritualidad no la puede alejar del mundo terrenal, ni mirar en menos a aquellos que según sus parámetros, no hayan alcanzado el estado de iluminación. Por ello es importante que la sanadora mantenga la conciencia de materialidad, de lo contrario, podrá por ejemplo, en el ámbito laboral, considerar inferiores aquellos trabajos relacionados con la producción de tangibles o con aquellos que estén más bien volcados hacia el mundo exterior; o descalificar y criticar a aquellas personas que según ella no siguen el camino espiritual.
Toda mujer lleva dentro de sí la energía de la sanadora. Aquella que le permite trascender su dolor, y renacer, reencontrando la alegría, paz y sentido de vida.