Los rostros de la mujer sagrada: LA MADRE

Artículos Carolina Narea Abril 28, 2015

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María y el niño Jesús

LOS ROSTROS DE LA MUJER SAGRADA: LA MADRE

Pasaba el tiempo, y no lograba superar la tristeza ni la sensación de vacío interior. Desde que su hijo se fuera a estudiar al extranjero, se había sumergido en el sinsentido.

¿Cómo salir de ese estado interno? ¿Cómo reconectarse con su alegría de vivir? ¿Cómo volver a motivarse con los otros aspectos de su vida? Se desconocía a sí misma, ya no era la mujer decidida, alegre y llena de fuerza que había logrado criar sola a su hijo, protegiéndolo, amándolo, nutriéndolo en todo sentido.

Tiempo después, en el espacio de la terapia, se dio cuenta como, durante tantos años, su rol de madre le había hecho abandonar otras dimensiones de su ser y tomó conciencia que, para salir de ese estado de vacío interior, debía reconectarse con la energía de la madre, pero esta vez, para cuidarse, quererse y nutrirse a sí misma.

Toda mujer lleva dentro de sí la energía de la madre. Aquella fuerza instintiva, fuente de vida, que nos abre a la capacidad nutricia de protección y amor.

¿Cómo es el arquetipo de la madre?

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Krishna y su madre Devaki

El arquetipo de la madre es uno de los más antiguos y transversal a todas las culturas.  La luna, la tierra, las aguas primigenias y el cielo, son algunas de las representaciones con las que se ha simbolizado su relación con la fertilidad, el origen de la vida y el sustento de la existencia.

La madre da la existencia, y es en la experiencia del vínculo con su madre que el nuevo ser que nace se vuelve individuo y se “sujeta” a la vida, no solo en el ámbito físico sino también en el emocional y psíquico. Es la madre quien lo sostiene, le da un lugar en el mundo y lo nutre. Su alimento es físico y afectivo, ya que le entrega un amor incondicional que le permite tener esperanza hacia la vida.

Es en este primer y trascendental vínculo de la mujer con su madre real de donde recibe el legado de la madre interior, aspecto esencial en la psique de una mujer, que la mueve a nutrir a quien ama, a ser generosa, a dar y a encontrar satisfacción como protectora.

Cuando el arquetipo de la madre despierta en una mujer, la predispone a buscar trabajos orientados a ayudar, cuidar y proteger a otros. Sin embargo, si tiene que elegir entre su rol maternal y su desarrollo profesional, no dudará en priorizar por su familia y sus hijos.

Cuando este arquetipo es el más fuerte en la psique de una mujer, ser madre es el rol más importante de su vida y dará todo por sus hijos. Vivido sanamente, este arquetipo mueve a la mujer a nutrir y satisfacer las necesidades de sus hijos, ayudándolos a crecer como mujeres y hombres sanos, felices y seguros.

¿Qué aporta a nuestra vida?

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Apolo, Artemisa y su madre Leto

La energía de la madre aporta a la vida de la mujer la plenitud de amar a otro incondicionalmente y vivir el misterio de la trascendencia, al olvidarse de sí misma y posponerse por un otro.

Un buen desarrollo del arquetipo de la madre posibilita a la mujer conectarse sanamente con el nutrir y cuidar, logrando ser madre sin descuidarse a sí misma, desarrollando íntegramente diversos aspectos de su vida.  También le permite ser madre de sí misma, lo que implica quererse, sentirse valiosa y protegerse.

¿Cómo despertar la energía de la madre?

Este arquetipo no está restringido a la experiencia concreta de tener hijos. Lo que despierta a la energía de la madre es la experiencia de sentir amor incondicional, que lleva a la mujer a un acto muy íntimo y profundo de compasión. Ese amor es el que gatilla en la mujer el deseo de entrega genuina hacia el otro, aunque esto implique restarse un poco a ella misma.

La madre: cuando es necesario trascenderla.

El arquetipo de la madre involucra dos aspectos del amor: el positivo que cuida y da libertad; y el que busca controlar y poseer a quien se ama.

Es el segundo aspecto el que se despierta cuando la mujer vive este arquetipo negativamente, empujándola a situaciones destructivas tanto para ella como para sus hijos.

El regreso de Perséfone. Frederic Leighton

En su aspecto negativo, la madre toma a sus hijos como una extensión de sí misma, impidiendo su crecimiento, autonomía e independencia.  La mujer, al sobreprotegerlos y mimarlos en demasía, impide que sus hijos se valgan por sí mismos, desarrollándose como seres inseguros e incapaces de confiar en sus propias capacidades.

Este aspecto “devorador” del arquetipo de la madre, también trae consecuencias negativas para la mujer, ya que ella será una madre nutricia pero sin límites, dará todo por sus hijos descuidándose a sí misma. Además, al existir solo en su rol de madre, corre el riesgo de volverse una persona vacía, que vive su vida a través de la vida del otro, porque no ha desarrollado su propia madre interna que le dé un espacio de cuidado y de valía. El rol de madre se “come” a la identidad de la mujer o viene a llenar un vacío de identidad.

¿Cómo abandonar el aspecto negativo de la energía de la madre?  

Solo si toma conciencia de que la búsqueda de posesión y control se debe a su miedo al abandono, la mujer podrá dejar de vivir negativamente el arquetipo de la madre. Si se permite vivir la sensación de abandono podrá trascenderla, y así encontrarse consigo misma y dejar de depender de la compañía de otro. Vivirá su propia vida, construirá su identidad, se querrá y protegerá a sí misma, desaparecerá el miedo a la soledad y al abandono.  En definitiva, podrá cultivar su madre interior…

Toda mujer lleva dentro de sí la energía de la madre. Está ahí, en nosotras. No lo olvidemos, y, cada vez que la necesitemos, recorramos el camino que nos lleve a conectarnos con nuestra fuente de vida, con nuestra capacidad de amar, cuidar y nutrir, tanto a otros como a nosotras mismas.