Los rostros de la mujer sagrada: LA VIEJA SABIA

Artículos Carolina Narea Agosto 2, 2017

Los rostros de la mujer sagrada: la vieja sabia

Hace ya algún tiempo le gustaba sentarse en su pequeño balcón y mirar como el sol se ocultaba. La luz del atardecer la invitaba a viajar, a veces llegaba a momentos luminosos y felices de su vida, a veces llegaba a lugares melancólicos y tristes de su alma. Pero ella acogía todos esos lugares. Había creado un ritual personal, sin importar a dónde viajara su alma, se permitía recorrer esa imagen, luego respiraba profundo cerraba los ojos un instante, los volvía a abrir y dejaba que partiera en paz.

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Diosa Hécate

El arquetipo de la vieja sabia es el último del ciclo de la mujer. Está relacionado con la preparación para la muerte y el desapego a la vida material. La experiencia de la humildad es la que se vive más plenamente, pues nos acerca a la vivencia de ser iguales a todos y únicos a la vez. Sintiendo que cada quien tiene su espacio y el derecho a estar en la vida.

En este arquetipo se comienza la disolución del ego y se acerca a la unión con la totalidad. Al ser la muerte un misterio tan inconmensurable como el nacimiento, ambos están íntimamente ligados. Nos llevan a un origen del cual nadie tiene pruebas científicas de su existencia y que sin embargo, pareciera que el alma intuye. La experiencia de la muerte nos acerca a todos, pues lo único cierto de nuestras vidas es que todos moriremos algún día. Tener conciencia de aquello nos conduce a una actitud sencilla ante la vida y los demás.

Una imagen arquetípica de la vieja sabia se encuentra en la diosa griega Hécate, diosa de las encrucijadas y suele mostrársela como una vieja que está frente a una encrucijada de tres caminos, que pueden representar nuestro pasado, presente y futuro. Ella puede ver estos tres caminos a la vez y llevarnos a tomar una decisión.

Hécate es una figura difusa en la mitología, aparece acompañando a Deméter en la búsqueda de su hija, para luego transformarse en parte del séquito de Perséfone, la reina del mundo subterráneo. Ella puede entrar en ese mundo oscuro y volver a salir, por lo tanto cuenta con la libertad para moverse en ambos mundos.

La vieja sabia nos invita y a veces nos obliga a ubicarnos en encrucijadas.

Simbólicamente éstas representan momentos en nuestras vidas en los que el inconsciente atraviesa la conciencia, en los que lo eterno atraviesa lo transitorio; en otras palabras, momentos y lugares en los que una voluntad superior exige la rendición del ego. La vieja sabia ha atravesado en sí misma muchas encrucijadas; ha alcanzado un lugar de entrega consciente en el que las demandas del ego ya no son relevantes. Ella se ha convertido en un instrumento y por lo tanto está desapegada.

Desapego no significa indiferencia. Significa que ha pasado por ahí. Ha sufrido, pero puede reponerse del sufrimiento. Sufre en presencia de una persona inconsciente aunque esa persona no perciba dicho dolor. Ella puede sufrir el dolor y al mismo tiempo mirarlo de frente. No es indiferente ni está ausente. Está ahí totalmente presente. Puede ser lo que es y vivir su verdad desnuda.

La vieja sabia puede permitirse ser honesta. No está interesada en jugar juegos desgastados. Cerca de ella, los demás pueden experimentar su propia esencia. Su verdad llana hace que a veces sea difícil de aguantar. Pero su verdad es la medida de su amor. No tiene nada que perder, porque lo que ella es nadie se lo puede quitar. No tiene nada puesto en su ego y puede amar sin deseos de controlar. No tiene ninguna razón para persuadir.

(Woodman, M. 2001. “5. La feminidad consciente: madre, virgen, anciana.” En Ser Mujer.(4ª ed.). Editado por Woodman, M. et al. Barcelona. Kairos)

¿Cómo se expresa este arquetipo en mi vida?

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Diosa Hécate

Si una mujer tiene activo este arquetipo mantendrá una actitud meditativa, de disfrute pleno y de desapego ante la vida, gozándola libremente, sabiendo que todo tiene un fin, por esto acepta los ocasos de los ciclos, agradeciendo lo vivido y continuando con su vida.

Este arquetipo nos alentará a buscar trabajos en lo que podamos ayudar a otros a conectar con su propia sabiduría interior, de modo que cada uno encuentre su propio camino hacia la autorrealización. Si su sabiduría es genuina dejará que los demás vivan lo que tienen que vivir en su proceso de aprendizaje, a sus tiempos y ritmos.

Cuando esta activa la vieja sabia nos permitirá ver el alma de los demás, manteniendo relaciones sensibles y acogedoras, cada uno puede ser quien es, sintiéndose una energía envolvente, creativa y amorosa, que permite que surja la espontaneidad sin juicios en cada uno.

A sus hijos/as los animará a encontrar aquello que les da sentido a sus vidas, ayudándolos a escuchar lo que su voz interior tiene para decirles. Respetando sus espacios, actividades e inquietudes. Disfrutará cada momento intensamente junto a su familia, pues tiene la conciencia de liminalidad que le otorga la sabiduría para saber que cada instante que está junto a ellos es sagrado y maravilloso.

Lentamente aquellos polos que la fueron determinando a lo largo de su existencia van desapareciendo y los límites de lo bueno y lo malo, de lo masculino y femenino se hacen difusos y tenues, la templanza y la ecuanimidad estarán presentes constantemente en su vida guiándola y permitiendo que ella pueda desapegarse incluso de la idea de poseer sabiduría.

Con este arquetipo más activo podemos darnos la posibilidad de escuchar desapasionadamente posturas opuestas y brindarles la posibilidad de coexistir ambas como verdaderas, esto nos lleva a poder vivir en la experiencia de lo paradojal, donde algo puede hacer el bien y el mal a la vez.

Hay un hermoso cuento sufí que a mi parecer retrata maravillosamente esta idea:

Hace muchos años, en una pobre aldea china, vivía un labrador con su hijo. Su único bien material, aparte de la tierra y de la pequeña casa de paja, era un caballo que había heredado de su padre. Un buen día el caballo se escapó, dejando al hombre sin animal para labrar la tierra. Sus vecinos, que lo respetaban mucho por su honestidad y diligencia, acudieron a su casa para decirle lo mucho que lamentaban lo ocurrido. Él les agradeció la visita, pero preguntó:

-¿Cómo podéis saber que lo que ocurrió ha sido una desgracia en mi vida?. Mala suerte, buena suerte… ¿quién sabe?

Alguien comentó en voz baja con un amigo: “Él no quiere aceptar la realidad, dejemos que piense lo que quiera, con tal de que no se entristezca por lo ocurrido”.

Y los vecinos se marcharon, fingiendo estar de acuerdo con lo que habían escuchado.

Una semana después, el caballo retornó al establo, pero no venía solo: traía una hermosa yegua como compañía. Al saber eso, los habitantes de la aldea, alborozados porque sólo ahora entendían la respuesta que el hombre les había dado, retornaron a casa del labrador, para felicitarlo por su suerte.

-Antes tenías sólo un caballo, y ahora tienes dos. ¡Felicitaciones! -dijeron.

-Muchas gracias por la visita y por vuestra solidaridad -respondió el labrador-. ¿Pero cómo podéis saber que lo que ocurrió es una bendición en mi vida?. Buena suerte, mala suerte… ¿quién sabe?

Desconcertados, y pensando que el hombre se estaba volviendo loco, los vecinos se marcharon, comentando por el camino: “¿Será posible que este hombre no entienda que Dios le ha enviado un regalo?”

Pasado un mes, el hijo del labrador decidió domesticar la yegua. Pero el animal saltó de una manera inesperada, y el muchacho tuvo una mala caída, rompiéndose una pierna.

Los vecinos retornaron a la casa del labrador, llevando obsequios para el joven herido. El alcalde de la aldea, solemnemente, presentó sus condolencias al padre, diciendo que todos estaban muy tristes por lo que había sucedido.

El hombre agradeció la visita y el cariño de todos. Pero preguntó:

-¿Cómo podéis vosotros saber si lo ocurrido ha sido una desgracia en mi vida?. Mala suerte, buena suerte… ¿quién sabe?

Esta frase dejó a todos estupefactos, pues nadie puede tener la menor duda de que el accidente de un hijo es una verdadera tragedia. Al salir de la casa del labrador, comentaban entre sí: “Realmente se ha vuelto loco, su único hijo se puede quedar cojo para siempre y aún duda que lo ocurrido es una desgracia”.

Transcurrieron algunos meses y Japón le declaró la guerra a China. Los emisarios del emperador recorrieron todo el país en busca de jóvenes saludables para ser enviados al frente de batalla. Al llegar a la aldea, reclutaron a todos los jóvenes, excepto al hijo del labrador, quien tenía la pierna rota.

Ninguno de los muchachos regresó vivo. El hijo se recuperó, los dos animales dieron crías que fueron vendidas y rindieron un buen dinero. El labrador pasó a visitar a sus vecinos para consolarlos y ayudarlos, ya que se habían mostrado solidarios con él en todos los momentos.

Cuando alguno de sus vecinos se quejaba, el labrador decía: “¿Cómo sabes si esto es una desgracia?” Si alguien se alegraba mucho, él preguntaba: “¿Cómo sabes si eso es una bendición?”.Mala suerte, buena suerte… ¿quién sabe?

Y los hombres de aquella aldea entendieron que, más allá de las apariencias, la vida tiene otros significados.

¿A qué nos invita el arquetipo de la vieja sabia?

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Diosa Hécate

El arquetipo de la vieja sabia invita a la introspección y a buscar las respuestas de nuestra existencia en el interior, a acercarnos al sentido profundo de nuestras vidas. Entrar en contacto con este arquetipo es una experiencia mística y espiritual.

La vieja sabia simboliza la fidelidad plena a sí misma. En este arquetipo se trasciende el ego y es el sí mismo el que pasa a ser el centro del mundo psíquico.

Nos invita a tender una mano desinteresadamente, a afrontar las encrucijadas con coraje y serenidad y a aceptar la muerte. Este arquetipo contiene la sabiduría y conoce los secretos del mundo, por eso se transforma en la voz que guía acertadamente cuando nos encontramos en las encrucijadas de la vida. Conoce la travesía por la que debemos pasar y su saber viene de la vida misma.

Con este arquetipo logramos trascender las polaridades, percibiendo el mundo con ecuanimidad, comprendiendo que los polos coexisten y que la existencia es paradójica.

¿Cómo es la sombra de este arquetipo?

Si bien la vieja sabia permite conectarse con un saber intuitivo y trascendente, si llegamos a creer que ese saber nos pertenece y que por lo tanto tengo poder sobre este, perdemos la humildad y entonces la vieja sabia se puede transformar en una déspota, que impone formas de vida, siendo más como una jueza que dictamina el bien y el mal. Entonces esa sabiduría infla su ego, perdiendo la humildad o viviendo una falsa humildad, sintiéndose con el derecho de guiar a otros por el camino de la verdad, que en realidad es su verdad, sin tener en consideración los tiempos de cada uno y que cada sentido es único y personal.

Si está en el polo de la falsa introspección, ella juzgará como superficiales y poco valiosas a las personas que desde sus parámetros no hayan alcanzado una conexión profunda consigo mismo.

También es posible que sienta que ya ha trascendido el mundo de lo material, por lo tanto podría ir distanciándose del mundo y de sus vínculos, percibiéndolos como una amenaza a su conexión trascendente, y aislándose cada vez más.

Finalmente si se siente demasiado especial puede extrapolar esta sensación a su familia sintiendo que ellos están llamados a realizar alguna contribución increíble al mundo, transformando su misticismo en una megalomanía.

¿Cómo me contacto con la vieja sabia?

Escuchar la voz que viene de las profundidades de mi alma muchas veces resulta amenazador, porque al igual que Hécate, diosa de las encrucijadas, nos hablará desde la entrañas, sin engaños y con una honestidad descarnada, nos entregará un saber que muchas veces puede estar fuera de la lógica de correcto o incorrecto, esta voz nos exigirá que seamos fieles y leales a nosotras mismas.

Cuando estemos en una encrucijada vital podemos llamar a esa voz interior, nos guiará con sabiduría, pero nos pedirá a cambio lealtad a ese saber.

La vieja sabia esta en lo liminal, logra percibir con claridad y paz el fin de un ciclo y también el fin de la vida, nos ubica en el portal que nos llevará a otra etapa de nuestra vida o nos ayudará a transitar hacia aquel último misterio humano, la muerte.

Les dejo este hermoso poema, desde la primera vez que lo leí me conmovió y diría que realmente aspiro a sentirme así cuando llegue el final.

En paz

Amado Nervo

Muy cerca de mi ocaso, yo te bendigo, vida,

porque nunca me diste ni esperanza fallida,

ni trabajos injustos, ni pena inmerecida;

 

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Old woman. Susan Seddon

porque veo al final de mi rudo camino

que yo fui el arquitecto de mi propio destino;

 

que si extraje las mieles o la hiel de las cosas,

fue porque en ellas puse hiel o mieles sabrosas:

cuando planté rosales, coseché siempre rosas.

 

…Cierto, a mis lozanías va a seguir el invierno:

¡mas tú no me dijiste que mayo fuese eterno!

 

Hallé sin duda largas las noches de mis penas;

mas no me prometiste tan sólo noches buenas;

y en cambio tuve algunas santamente serenas…

 

Amé, fui amado, el sol acarició mi faz.

¡Vida, nada me debes! ¡Vida, estamos en paz!